El tratamiento de los desechos anatómicos constituye un desafío importante para los establecimientos de salud y los laboratorios. Una gestión adecuada es indispensable para proteger la salud del personal, cumplir con la normativa vigente y limitar el impacto ambiental. Por ello, es fundamental distinguir correctamente las piezas anatómicas de los desechos anatómicos, ya que sus métodos de tratamiento, almacenamiento y transporte varían según su naturaleza y nivel de riesgo.
Pero, ¿qué sucede concretamente con las piezas anatómicas de origen humano, y cómo se regula su eliminación en los establecimientos de salud?
Piezas anatómicas de origen humanomaine
Las piezas anatómicas de origen humano, definidas por el artículo R.1335-9 del Código de Salud Pública, corresponden a órganos o miembros fácilmente identificables por un no especialista. Esto incluye, por ejemplo, un brazo, una pierna, un corazón u otro órgano completo.

Estas piezas requieren una eliminación rigurosa para evitar cualquier riesgo sanitario y cumplir con la legislación. Según el artículo R.1335-11 del Código de Salud Pública, deben ser incineradas en un crematorio autorizado, fuera del horario de atención al público, con el fin de garantizar la seguridad y la confidencialidad. El respeto a estas normas también permite proteger el medio ambiente, ya que los crematorios autorizados están equipados para limitar las emisiones contaminantes y tratar los desechos de manera conforme a las normas ambientales.
En la práctica, las piezas anatómicas deben almacenarse a una temperatura controlada (0-5 °C) o congelarse si no pueden eliminarse de inmediato. Su acondicionamiento debe realizarse en envases rígidos y herméticos, homologados para el transporte, con el fin de evitar cualquier riesgo de fuga o contaminación.
Desechos anatómicos

Los desechos anatómicos agrupan fragmentos de tejidos, órganos o miembros no fácilmente identificables por un no especialista. Pueden ser sólidos, líquidos o blandos, e incluir muestras procedentes de biopsias, punciones o intervenciones quirúrgicas.
Estos desechos representan un riesgo sanitario significativo, ya que pueden ser infecciosos o estar contaminados. Por esta razón, deben ser sistemáticamente dirigidos a la vía de los desechos infecciosos. Esta vía permite acondicionar, almacenar, transportar y eliminar estos desechos de manera segura, respetando las normas legales y las buenas prácticas de seguridad para el personal y el medio ambiente.
Casos particularess
Algunas situaciones requieren una atención especial. Por ejemplo, la placenta, salvo cuando se utilice con fines terapéuticos o científicos, debe considerarse como desecho anatómico y dirigirse a la vía de los desechos infecciosos. Si el establecimiento realiza un pretratamiento mediante desinfección, es fundamental verificar que el exceso de líquido producido pueda ser absorbido por otros desechos a tratar, con el fin de limitar cualquier riesgo sanitario y facilitar el transporte y la eliminación.
La gestión de los cuerpos de niños fallecidos, de los recién nacidos sin vida y de los fetos está estrictamente regulada por la circular del 19 de junio de 2009. Los establecimientos deben asegurarse de que estos cuerpos sean manipulados con dignidad, almacenados en condiciones adecuadas y transportados según los protocolos autorizados, con una trazabilidad completa.
Principales etapas de gestión
La gestión de las piezas y desechos anatómicos de origen humano sigue varias etapas clave, que permiten clasificar, acondicionar, almacenar, transportar y tratar los desechos de manera segura. La siguiente tabla resume estas etapas distinguiendo entre las piezas anatómicas identificables y los desechos no identificables:

Tecnologías y métodos para reforzar la seguridad del tratamiento

Para los establecimientos que deseen optimizar la seguridad y la eficacia en la gestión de los desechos anatómicos y desechos infecciosos, algunas tecnologías pueden complementar las buenas prácticas descritas anteriormente.
Por ejemplo, los sistemas STERIPLUS™ y STERISHRED® de la empresa Tesalys permiten triturar y esterilizar los desechos directamente en el lugar, reduciendo así el volumen de los desechos, eliminando los riesgos infecciosos y facilitando la trazabilidad.
Estas soluciones constituyen un ejemplo concreto de la aplicación de las buenas prácticas, garantizando que los desechos de riesgo se traten de manera segura y conforme a la normativa, al mismo tiempo que se limita el impacto ambiental. Refuerzan el sistema existente, pero no reemplazan la aplicación de las etapas clásicas de gestión: la clasificación, el acondicionamiento, el almacenamiento y el transporte siguen siendo esenciales.
Conclusión – Seguridad y conformidad ante todot
La gestión de las piezas y desechos anatómicos se basa en etapas clave: clasificación, acondicionamiento, almacenamiento y tratamiento final. Distinguir las piezas identificables de los desechos no identificables permite adoptar la vía adecuada: cremación autorizada o tratamiento seguro de desechos infecciosos.
Al aplicar estas buenas prácticas y utilizar soluciones innovadoras como las de Tesalys, los establecimientos garantizan seguridad, cumplimiento normativo y reducción de los riesgos infecciosos.
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